El futuro ahora

En esta entrevista, Neal Gorenflo, editor de la revista Shareable, John Robb de Global Guerrillas y Michel Bauwens de la Fundación P2P charlan con David de Ugarte, uno de los pioneros de la escena ciberpunk española, sobre su proyecto principal: “Las Indias”. Se trata de una cooperativa de trabajadores transnacional que supone la culminación de más de una década de trabajo teórico y práctico. Las Indias es la manifestación concreta de una filosofía socioeconómica muy peculiar que sintetiza diversas corrientes culturales y teóricas, incluyendo el ciberpunk, el anarquismo, la cultura de redes y el cooperativismo –todo filtrado a través de un matiz hispano.

Las Indias es un proyecto muy importante, dado que apunta hacia un posible futuro para todo aquel que piense más allá de las fronteras nacionales y quiera tomar control de su destino económico. Se trata de un futuro posible que aúna la lógica centenaria del cooperativismo, remezclándolo para la sociedad de redes globales y urbanitas de hoy en día.

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Michel Bauwens: ¿Qué es Las Indias, de dónde viene y qué os distingue?

David de Ugarte: Las Indias es resultado del movimiento ciberpunk en español. Empezó como un grupo de derechos civiles que, a finales de los 90, adoptó muchas de las teorías de la “economía de la abundancia” de Juan Urrutia. No tardamos en relacionar la “abundancia” con la idea del empoderamiento en las redes distribuidas. Esto lo tenemos muy claro: Internet por sí solo no va a permitir la creación de un nuevo comunal, es la arquitectura distribuida P2P lo que lo permite. Ya lo decíamos en una de nuestras antiguas consignas: “Tras toda arquitectura informacional se esconde una estructura de poder”. La recentralización de las estructuras en torno a servidores propietarios, como los de Google, Twitter, Facebook, Megaupload etc., nos hace daño a todos; mientras que la blogosfera, los torrents, freenet y demás son herramientas para el empoderamiento.

El ciberpunk era, principalmente, una comunidad de ciberactivistas conversacional/virtual. Pronto se volvió transnacional y aportó grandes debates y teorías que nos ayudaron a comprender el impacto social y las posibilidades de las redes distribuidas.

En el 2002, fundamos la sociedad de Las Indias entre tres personas. Se trata de una consultora centrada en innovación, inteligencia y redes, dedicada a empoderar a organizaciones e individuos. Esta experiencia nos fue muy útil para comprender el contraste entre comunidades “reales” e “imaginadas”, además de las bases organizacionales de una democracia económica. Tras la disolución de Ciberpunk en 2007, dejamos nuestros objetivos bien claros en la “Declaración de Montevideo“: la construcción de un “filé” y de un espacio transnacional basado en la democracia económica que garantice la autonomía de nuestra comunidad y sus miembros.

Nos autodefinimos según cinco valores clave:

  • Arquitecturas de redes distribuidas como forma de generar abundancia, empoderamiento y asegurar una plurarquía lo más amplia posible y con un máximo de libertades individuales para todos los miembros de nuestra comunidad.
  • Transnacionalidad (incluyendo el rechazo explícito de las identidades nacionales y del universalismo) como consecuencia de centrar nuestra labor en las necesidades de la comunidad de personas que hacemos las Indias y su entorno real.
  • Democracia económica para construir una autonomía personal y comunitaria a través del mercado.
  • La ética hacker para alentar la generación de conocimiento desde y para el procomún, la deliberación en común, la pasión personal y el placer colectivo en el aprendizaje.
  • Devolucionismo: todo el conocimiento que hemos producido, ya sea mediante libros, software, contenidos o incluso recetas– se devuelve al procomún, generando así aún más abundancia.

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Neal Gorenflo: ¿Cuál es la visión de las Indias? ¿Cómo conceptualizáis su desarrollo pleno de aquí a un futuro? ¿Qué busca en términos de la transformación del individuo, de las relaciones interpersonales y del planeta?

Neal Gorenflo

No tenemos una visión universalista. El proselitismo no es lo nuestro y creemos que la diversidad es una de las consecuencias más deseables de la libertad

Pero sí que tenemos una visión para el proyecto –la filé– que va unida a un deseo: ver la creación de un espacio trasnacional de democracia económica mucho más amplio. Concebimos una red de filés capaz de generar riqueza, cohesión social y garantizar la libertad de las personas –que no el poder de los gobiernos, con sus fronteras y sus pasaportes.

No es una visión inocente ni mucho menos utópica. Las redes distribuidas brindaron a nuestra generación la oportunidad de construir un nuevo mundo. Pero este nuevo mundo, basado en el procomún, la comunidad, la democracia económica y las redes distribuidas, no ha nacido de una tacada. Y el viejo mundo, basado en la generación artificial de escasez, las corporaciones, la desigualdad y las redes centralizadas, aún no ha muerto.

Me parece muy sintomático que la crisis europea se esté manifestando como una crisis de la deuda. Los gobiernos sofocan a la sociedad para alimentar a entidades privilegiadas –como las grandes corporaciones y aquellos que dependen de los ingresos públicos– que han capturado las rentas estatales o se dedican a acumularlas mediante legislaciones monopolísticas. Ahora mismo, nuestro objetivo principal, y el eje de nuestra visión, es poner freno a las consecuencias inmediatas de la descomposición en nuestro entorno.

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MB: ¿Cuál es el funcionamiento interno de Las Indias ? ¿Cómo se financia?

Hay varios niveles de implicación y compromiso. Como filé somos, en realidad, una red. En la periferia están los empresarios individuales y sus iniciativas. En el centro están las cooperativas asociadas y, en el corazón de estas, los indianos.

Diferenciamos entre la comunidad (el corazón de la filé) y el grupo cooperativo.

Los indianos son comunidades parecidas a los Kibutz (no hay ahorros individuales, las propias cooperativas están bajo control colectivo y democrático, etc.) pero existen distinciones importantes, como son la ausencia de una ideología compartida nacional o religiosa, el estar distribuidos a través de varias ciudades en vez de concentrados en unas instalaciones y el entender que hay criterios por encima de la racionalidad económica.

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John Robb: Háblanos de las cooperativas de la red de Las Indias. ¿Qué sinergias hay entre las distintas cooperativas?

En estos momentos contamos con tres cooperativas: las Indias -consultoría-, El Arte -nuestro laboratorio de nuevos productos- y Enkidu -software libre. Además de tres empresas participadas que en este momento emplean a casi una veintena de personas.

Todas son expresión de la diversidad de pasiones de nuestros miembros y dan respuesta a las distintas necesidades de nuestra comunidad y nuestro entorno.

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MB: ¿Cómo os veis, vis-a-vis, dentro del sistema capitalista global actual? ¿Qué alternativas proponéis?

Michel Bauwens

Creemos que las cooperativas y la democracia económica (una sociedad de mercado libre de rentas) en combinación con un comunal liberado pueden suponer una alternativa al capitalismo y que podemos crearla a través de las redes distribuidas.

Pero somos demócratas económicos y no queremos que sea el Estado quien imponga la alternativa a este “capitalismo de amigotes” y a su cultura de la acumulación. De hecho, creemos que es incapaz de hacerlo. Tenemos que construirlo nosotros mismos y demandar que el Estado allane los obstáculos (como la propiedad intelectual, los contratos exclusivos para las corporaciones con conexiones políticas, etc.) que protegen las rentas de los grupos privilegiados ante la competencia en el mercado.

La alternativa no se va a construir a través de la regulación gubernamental, sino desde nuestras propias redes. Tampoco se superará el modelo de organización corporativa mediante la legislación o las elecciones, sino a través de la competencia.

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NG: Vivimos en un mundo saturado por los medios corporativos. ¿Cómo mantenéis una cultura de cooperación en las Indias frente a este aluvión de mensajes consumistas fragmentarios? ¿Qué prácticas o artefactos espirituales o culturales os han sido útiles para enfrentarnos a esto?

David de Ugarte

Todos hemos pasado muchos años compartiendo cuchitriles en el centro la ciudad, caminando o yendo al trabajo en autobús, trabajando en condiciones precarias, tanto cuando estábamos en la facultad, como después de graduarnos… No se trata de una situación extraordinaria, es la realidad del mercado laboral en esta generación para los hijos de la clase media en España, Portugal y muchos países latinoamericanos.

Para muchas personas, esta experiencia dio lugar a una cultura muy particular que mezclaba una abundancia de consumo cultural inmaterial –adquirido en parte de manera gratuita y a través del Estado– con un acceso reducido al consumismo ejercido por nuestros mayores.

En 1996 tenía 26 años y estaba acabando la carrera de economía en Madrid. Trabajaba en un call center y ganaba 70.000 pts al mes trabajando ocho horas al día, desde las cuatro de la tarde a medianoche. Me gastaba 50.000 pts en el alquiler, unas 15.000 en comida, electricidad, teléfono y transporte público y otras 8.000 en una conexión de Internet. Como os imaginaréis, mi “tiempo libre” consistía en ir a la biblioteca, a los museos, a la filmoteca (100 pesetas para ver una película clásica), a cenas compartidas de bajo presupuesto y, como no, en navegar en la red.

Esta experiencia no tenía nada de extraordinario y es incluso más habitual hoy en día.

Esta dinámica de consumo cultural basado en bienes culturales públicos, libros baratos de segunda mano o reediciones populares de los mismos, junto al “quedar para cenar en casa”, hizo que el mundo P2P se convirtiera en la opción más lógica dentro de nuestro día a día cultural.

Pasados unos años, empezamos a ganar más dinero y logramos cierta autonomía pero, a día de hoy, seguimos creyendo que la buena vida es sinónimo de tener banda ancha, acceso a bienes culturales, buenos museos y buena comida en pisos cómodos y céntricos, pero tampoco demasiado caros… ninguno tenemos coche y nadie se ha comprado una casa.

Pero, no nos equivoquemos, no le rendimos culto a la austeridad. Sencillamente tenemos una cultura distinta y disfrutamos de cosas distintas. Ninguno tenemos televisión aunque muchos tenemos proyectores para ver vídeos que nos bajamos de Internet.

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NG: En España se os ve muy ligados al movimiento ciberpunk, nacido en Estados Unidos a principios de los 80. ¿Cuál ha sido la influencia del ciberpunk, tanto en tu caso personal como en el de Las Indias? ¿Y cuál es la relevancia del ciberpunk hoy en día?

El activismo ciberpunk estaba muy influido por la literatura ciberpunk. Las obras clásicas del género (como “Islas en la Red” de Bruce Sterling o “Días verdes en Brunei” o incluso el post-ciberpunk de Neal Stephenson de “La era del diamante”) siguen ofreciendo modelos para analizar los temas más importantes del momento: el enfrentamiento entre las redes centralizadas y las redes distribuidas, o entre la democracia económica y el poder corporativo, etc.

El ciberpunk nos enseñó a debatir más allá de la tradición política: en vez de utilizar tesis y programas, empleamos modelos y mitos donde la autocrítica y la ironía son bienvenidas y el dogmatismo se vuelve prácticamente imposible.

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MB: A nivel personal, creo que algunos de los conceptos más innovadores de las Indias son las filés y el neovenecianismo. Explícanos el significado de estos.

La filé es una comunidad que desarrolla una estructura económica basada en la democracia económica para consolidar su propia autonomía. Estos términos tienen un matiz importante: la filé es una comunidad con empresas, no una comunidad de empresas, ni una comunidad de propietarios de ciertas empresas. Las empresas son herramientas para lograr la autonomía de la comunidad —son un medio y no un fin— y siempre están supeditadas a las necesidades de la comunidad y sus miembros.

El neovenecianismo es la ideología de quienes ven la creación de filés como la evolución natural de sus comunidades y para que esta evolución, su diálogo, y su deliberación, esté libre de la influencia de la descomposición económica de los estados y los mercados en los que viven.

Las comunidades virtuales son trasnacionales por naturaleza. Las únicas fronteras que existen son las idiomáticas. Hace unos días vi un Tweet que decía “Cuando los guardias fronterizos canadienses me preguntaron de dónde era, me entraron ganas de decir ‘de Internet.’” Hay mucha gente que se siente igual. Pero esto provoca una especie de esquizofrenia: su vida se divide en dos, la virtual y la laboral. La filé reconcilia estas facetas vitales en torno a nuestra comunidad intencional virtual.

 

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MB: ¿Qué significan para ti conceptos nuevos como la economía colaborativa (representada por Shareable), el P2P (Fundación P2P), el procomún y la resiliencia (Global Guerrillas), y cómo se relaciona Las Indias con ellos?

P2P es sinónimo de redes distribuidas, comunal digital, abundancia. ¡Es el significado de la vida!

La economía colaborativa habla de comunidad, de autonomía, de procomún, de economía del regalo, de alegría y de más abundancia. Este es el eje de nuestra propuesta: cómo hacer de la abundancia un modo de vida.

La resiliencia es, por una parte, el protocolo base y, por otra, la consecuencia de construir una comunidad o una economía compartida bajo una arquitectura P2P. Es nuestra mayor virtud y lo único que puede garantizar nuestra supervivencia, incluso bajo las presiones de la descomposición global.

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JR: ¿Tenéis planes de entrar en el mundo de las micro finanzas o de crear un banco para acelerar el crecimiento cooperativo?

John Robb

Hemos hecho intentos serios en América para asociarnos a mutuales y cooperativas de crédito. La idea era aportar por nuestra parte conocimiento y criterios para crear cooperativas viables y productivas mientras las cooperativas de crédito ganaban socios estables y sólidos a medio plazo.

Sin embargo, una serie de accidentes y enfermedades cambió el curso de nuestros planes en 2012 y ese camino se vio truncado porque los indianos decidimos «reagrupamos» en Europa. Así que en el último año y medio hemos tenido que desarrollar esta idea de otras formas.

En septiembre de 2012 con una docena de pequeñas empresas industriales, muchas de ellas cooperativas, creamos Fondaki-SIP-ner. Una empresa de inteligencia pública que, sin ánimo de lucro, ayuda a PYMEs a encontrar nuevos mercados y desarrollar líneas de innovación, dos claves para que las empresas pequeñas y las cooperativas puedan enfrentar las consecuencias de la crisis sin destruir empleo y con él cohesión social. En enero de 2013, los indianos más jóvenes fundaron Enkidu, la primera cooperativa creada en el núcleo de nuestro grupo desde que empezó la crisis en 2008.

Y por supuesto mantenemos el foco en la globalización de los pequeños que creemos que es una de las claves ya hoy. En 2012, con la Garum Fundatio trabajamos en el desarrollo de «Bazar», un software libre para la creación de redes comerciales distribuidas. Es una línea que queremos retomar y que es complementaria al desarrollo de la Economía Directa, seguramente la oportunidad más importante para la generación de autonomía comunitaria a día de hoy.

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JR: ¿Cuánto se tarda en formar a una persona normal en el modelo de negocio cooperativo? ¿Tenéis planes para educar sobre cooperativismo a través de la red para hacerlo crecer más rápido?

¡Pues lleva un tiempito! Por desgracia, la cultura dominante sigue anclada en la noción de que el mundo es un juego de suma cero y que los mercados están regidos por la ley de la jungla. Pero la verdad es que no tiene por qué ser así y nosotros, la gente normal, podemos crear algo distinto.

Por eso a finales de 2013 reenfocamos toda nuestra comunicación y en especial lasindias.com hacia la idea de «una vida interesante». Durante todos estos años, del Ciberpunk a 2012, nos había caracterizado una mirada que trataba de evidenciar el significado político de las tecnologías. Ese fue también el eje de nuestros libros desde «Como una enredadera y no cómo un árbol» en 2003 a «El modo de producción P2P» en 2012. Pero ahora nuestro foco debe ir a algo más básico, a una mirada ética empoderante sin la que las preguntas que buscábamos responder no tienen sentido. ¿Cómo se va a plantear nadie producir nada a partir del procomún si no se siente capaz de imaginar un futuro para su propia comunidad? ¿Cómo va a crear o integrarse alguien en una cooperativa si piensa que todo proceso de decisión colectiva es autoritario?

 

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JR: ¿Cuál es la relación de las cooperativas de Las Indias con la comunidad física?

De hecho, tenemos un sentido de comunidad muy físico y a través de muchos niveles. Los indianos, el corazón de nuestra comunidad, intentamos trabajar juntos en la medida de lo posible, compartiendo oficinas o casas.

La comunidad que lo rodea, el agregado de nuestras familias y amigos más cercanos, es lo que más nos importa. Con esto quiero decir que puedes pasar más rato con tu gente de lo que harías en un trabajo normal; es una de nuestras prioridades en lo que la gestión de tiempo se refiere. Un modelo como el nuestro te otorga una seguridad que va más allá de ti mismo; sabes que los recursos en común también están ahí para tu familia y tu gente cuando los necesiten.

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MB: ¿Dónde estará la humanidad de aquí a 20 años?

Espero ver grandes espacios transnacionales con libertad de movimiento y comercio, instigados por redes de democracias económicas construyendo un comunal más amplio y accesible a todos.

Veremos, espero, erosionarse esa idea, llamada capitalismo, según la cual es un único factor de producción -el capital- el que determina de quien es la propiedad de una empresa. Si hay una tendencia de fondo que se ha demostrado permanente a lo largo del último siglo es la reducción de la escala óptima de producción. En consecuencia, el capital ya no es tan escaso como lo era cuando el actual sistema económico nació. De hecho conforme el valor de la producción reside más y más en factores como la creatividad o el conocimiento, más disfuncional es toda forma organizativa piramidal y más evidente se hace la necesidad de formas cooperativas en las empresas.

Así, que espero vivir en una sociedad donde el capitalismo sea marginal pero con un mercado que no permita ni rentas ni privilegios, donde el conjunto de herramientas de producción pequeñas y ubicuas de hoy en día se complemente con grandes repositorios globales de diseños de dominio público tan innovadores y populares como lo es el software libre de hoy en día.

De veras, espero que, de aquí a veinte años, ya estemos viviendo en una sociedad transnacional, pero es algo que no está determinado históricamente y que no puede darse por hecho. Hay muchos agentes presionando hacia la recentralización: los lobbies de propiedad intelectual, las grandes empresas de Internet, inversores, la maquinaria estatal, los intereses globales, las mafias globales etcétera. Por tanto, también existe la posibilidad de que acabemos viendo el ascenso de un nacionalismo y un estatismo terminal, con toda la descomposición social que eso conlleva.

La elección entre una sociedad de libertad, basada en un mercado igualitario y un procomún robusto, y la descomposición global depende de nuestras acciones en esta década.

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