El desempleo es la cura de todos los males

La primera vez que me topé con la idea de «desempleo» como un objetivo deseable fue en 1979, en la obra de Robert Anton Wilson y, en particular,  en su «Trilogía del gato de Schrodinger».

Si la memoria no me falla, Bob mencionó la idea de otorgar un salario público a cualquiera capaz de inventar un dispositivo que hiciera su trabajo obsoleto. A primera vista, ésta parece ser una más de la larga lista de promesas incumplidas de la época de «los sueños de la automatización», pero la idea de pagar a la gente por crear nuevas eficiencias en infraestructura se hizo hueco en mi cabeza. Así, surgió la idea de que los cambios tecnológicos producirían un desempleo estructural masivo e insostenible. Tenía 11 años de edad.

 

La lógica del ocio

En 1932, Bertrand Russell escribió «En elogio a la ociosidad» donde declara:

«La técnica moderna ha hecho posible que el ocio, dentro de ciertos límites, no sea la prerrogativa de clases privilegiadas poco numerosas, sino un derecho equitativamente repartido en toda la comunidad. (…) el camino hacia la felicidad y la prosperidad pasa por una reducción organizada de el trabajo».

La lógica de la «producción» sigue los siguientes parámetros:

Si el mundo requiere cierta cantidad de «algo», hay dos opciones:

        1. Cierto número de personas trabaja TODO el tiempo para producir la cantidad deseada, o
        2. Un número aún más grande de personas trabaja PARTE del tiempo para producir la cantidad deseada.

Ah, pero la lógica del «consumo» es algo distinto, y viene a decir:

        1. Necesitamos emplear a la gente constantemente.
        2. Dicho empleo produce un excedente.
        3. La gente necesita ser convencida de comprar el excedente a través de la publicidad y marketing.
        4. El excedente debe ser rápidamente convertido en desechos, para que la gente vuelva a comprar.
        5. Esto se logra negando las necesidades básicas de todos, así hay que trabajar para consumir.

La primera historia, es una receta para una civilización que invierte parte de su tiempo cumpliendo sus obligaciones con la sociedad y el resto de su tiempo en la búsqueda de placer y de otros intereses y proyectos. La segunda historia, es una receta para una civilización  llena de basura, contaminación y esclavitud colectiva.

La difusión de las tecnologías de información y la computerización masiva crea desempleo. Daniel Yankelovitch señala:

«En la economía globalizada de hoy, los empleadores pueden crecer y ser rentables al reestructurar sus operaciones para ser menos dependientes de un gran número de trabajadores a jornada completa, con beneficios completos y reclutados localmente. Pueden reducir su propia fuerza laboral sistemáticamente, empleando la fuerza laboral de otras naciones y organizando su trabajo de tal manera que gran parte del mismo sea producto de una fuerza laboral contingente. Se trata de una fuerza de laboral a la cual no hay que pagar beneficios, y a la que no hay obligación de conceder unos mínimos de seguridad laboral… [De esta forma han…] obtenido crecimiento económico empleando tan sólo una fracción del número total de personas en búsqueda de empleo. El resultado bien puede ser un desempleo elevado, como estamos viendo en Europa, o la sustitución de puestos de trabajo con salarios altos y abundantes beneficios por puestos de baja remuneración y escasos beneficios, como estamos viendo en los EE.UU». (A Critique of the ‘Information Society’ Concept  Daniel Yankelovitch, de Changing Maps: Governing in a World of Rapid Change, Steven A. Rosell, 1995)

Los indicadores de desempleo en los países atrincherados [desarrollados] han aumentado de manera constante desde 1950. Adicionalmente, la disminución de la tasa de natalidad experimentada en estos países generará un número creciente de ancianos, junto a una mermada presencia de generaciones más jóvenes dentro del mercado laboral. Incluso si las tasas de natalidad se elevaran de nuevo, esos niños no serían aptos para trabajar hasta que terminen su juventud, forzando aún más al sistema. Es imposible configurar el número total de personas que no trabajan utilizando métodos económicos tradicionales.

 

La crisis de ingresos

Al final, todo se reduce a esto: Si definimos a los «empleadores» como grandes estructuras jerárquicas sustentadas sobre la extracción de los excedentes generados por la labor de sus empleados -a quienes tan sólo retribuyen parte de los mismos y en forma de salario…- pues sí, los empleadores perciben que hay una «crisis de empleo». Sin embargo, para las personas, un trabajo simplemente sirve de medio para obtener ingresos y, en consecuencia, la crisis no es una «crisis de empleo», sino una «crisis de ingresos».

Este es un punto crucial, así que lo voy a expresar de otra manera.

Una Economía del Empleo fuerza a la gente a pensar que su «crisis de ingresos» es una «crisis de empleo». Una Economía del Desempleo no tiene tal necesidad.

Una Economía del Desempleo, parte de la premisa de que las personas rinden mejor en aquellas actividades que disfrutan intrínsecamente y por las que trabajan de forma voluntaria. Este principio de auto-selección es un ingrediente clave de las actuales economías donde se programa en código abierto, e incluso fue utilizado cuando Google permitió a sus empleados gestionar parte de su jornada laboral. La auto selección no es voluntaria; es trabajo recompensado. De lo contrario te seguirían explotando y obteniendo los beneficios de tu trabajo, sólo que de forma gratuita.

Además, llamarla una «Crisis de Empleo» implica que la solución es crear más empleo, pero llamarla una «Crisis de Ingresos» implica que la solución es crear más ingresos. Esto se puede hacer en una variedad de formas y muchas de ellas no tienen nada que ver con conseguir un trabajo.

Por ejemplo, en 1980, como parte del nacimiento del Cyberpunk, ZBS Media retransmitió un radio-drama, producido por Thomas M. Lopez y escrito por Meatball Fulton, llamado Ruby, the Galactic Gumshoe (Ruby, la detective galáctica). El programa incluía una conversación con un extraterrestre llamado «Monet» proveniente de una sociedad que ya había, supuestamente, resuelto estas cuestiones. Monet le dice a Ruby:

«El desempleo no es una enfermedad que necesita ser curada creando más empleo. El desempleo es la cura. Así que ideemos un sistema mejor».

 

La cultura «maker»  equivale a libertad

A medida que avanzamos, el número de personas que fabrica objetos propios y se auto-organiza en comunidades de «makers» es alentador. Sin embargo, estas actividades son parasitarias en una economía heredada que aún requiere que la gente trabaje a fin de satisfacer sus necesidades básicas y las de sus familias. En este sistema algunos se hacen ricos mientras que la gran mayoría permanece en la pobreza. La alternativa sería que todos tuviéramos  «suficiente».

La economía P2P emergente, funciona más como la «ayuda mutua» de Kropotkin (gracias, Howard Rheingold), que el ideal de «ayúdate a ti mismo y deja que otros se ayuden a sí mismos», surgido cuando los ciudadanos se enfrentan entre sí en una lucha por recursos y puestos de trabajo. Estos objetivos están, en realidad, subyugados a una escasez inducida para desmotivar cualquier cooperación popular con la que construir infraestructuras compartidas.

Merece la pena señalar que, en 1951, la teórica política Hannah Arendt observó que impedir a las masas poseer o poner en funcionamiento algo que resulte en producción de un «común» (algo que sólo existe horizontalmente entre individuos y grupos) es una receta para la tiranía, la opresión y, en última instancia, el fascismo. Arendt lo describió como «Los orígenes del totalitarismo».

Por otra parte, Kropotkin había presagiado este mismo punto en su «Ayuda mutua», observando:

«Las instituciones en las que los hombres antes encarnaban sus necesidades de apoyo mutuo, no pueden ser toleradas en un Estado bien organizado, el Estado por sí solo podría representar los lazos entre sus súbditos».

Refiriéndose a la cuna de la democracia occidental, Arendt lo expresó mejor que nadie:

«La Polis no era Atenas, sino los Atenienses». (La Condición Humana, 1950)

(Por ello, si vas a trabajar como empleado, siempre he mantenido que lo mejor es trabajar allá donde puedas sentir que estás ayudando a otros; por ejemplo, en una organización sin ánimo de lucro o en una universidad).

 

Sin ser empleado: mejor sin jefes

De nuevo, creemos necesario recalcar la diferencia entre el empleo (es decir, el trabajo al que estamos obligados por las necesidades de supervivencia) frente a la carrera o la pasión de un individuo. En su ensayo The Abolition of Work (La abolición del trabajo), Bob Black define el trabajo como «La producción impuesta por medios económicos o políticos, ya sea mediante la zanahoria o el palo» (Black, 1985). En una economía en la que la información precisa es esencial, aquellas decisiones económicas basadas en la necesidad de tener un trabajo para sobrevivir, no son ni fructíferas ni deseables. La economía de la información necesita recombinación materialización e innovación, pero también necesita ofrecer un estilo de vida capaz de liberar el potencial creativo colectivo de sus miembros y permitirles cumplir con sus funciones en dicha economía. Aquí es donde entra el desempleo. La causalidad general que subyace a esta propuesta es la siguiente:

      • La informatización crea desempleo

      • El desempleo crea tiempo libre

      • El tiempo libre genera innovación

El problema del desempleo no es su incremento, sino la insostenibilidad de un sistema donde el empleo es «bueno» y el desempleo es «malo». El fin del empleo no supone el fin de la productividad. Los seres humanos son, por naturaleza, creativos, innovadores y dados a perseguir sus metas vigorosamente. Esta es la razón por la que el primer nivel de una economía panárquica consiste en satisfacer necesidades: para brindar a individuos y grupos una base con la que tomar decisiones informadas y comunicar esas decisiones en el sistema de una manera cibernética.

 

La solución sencilla

La solución a todo esto es realmente sencilla:

Pagar a las personas para crear una infraestructura compartida.

Una infraestructura compartida codesarrollada, copropiedad, comantenida, y no sujeta a apropiación por parte de cualquiera. Es decir, su existencia como infraestructura compartida cuenta con el apoyo de aquellos mecanismos jurídicos y políticos que aseguren sus libertades básicas y de forma permanente. Es bueno para la gente, los gobiernos y las empresas porque reduce costes y distribuye las responsabilidades de mantenimiento.  Cualquier persona que contribuya a la construcción de semejante infraestructura debería ser apropiadamente recompensada por su esfuerzo, que no quepa duda de ello.

Nota del autor: Normalmente no escribo artículos tan largos pero, a modo de explicación por el título «provocador», me gustaría aclarar unas cosas:
1) Me sentí inspirado a escribir este artículo tras la lectura de un artículo de Douglas Rushkoff en la CNN titulado Are jobs obsolete? (¿Se han quedado obsoletos los empleos?, publicado el 7 de Septiembre, 2011)
2)
Parte del texto está basado en un texto que escribí en el 2003 llamado The Unemployement Economy (La economía del desempleo).

 

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